La minería

La minería representa una actividad económica que se enfoca en la extracción de minerales y metales de la corteza terrestre. No obstante, esta práctica no está exenta de consecuencias negativas tanto a nivel ambiental como social, siempre y cuando no se ejecute con la debida responsabilidad y precaución.

Entre las ramificaciones de la minería se incluyen las siguientes:

• La contaminación del aire, el agua y el suelo como resultado de los residuos y las emisiones derivados de esta actividad extractiva. Este fenómeno tiene la capacidad de influir de manera perjudicial en la salud de los individuos, así como en la de los animales y las plantas que residen en proximidad a las áreas mineras.

• La degradación de los entornos naturales y la pérdida de biodiversidad a raíz de procesos como la deforestación, la erosión y la modificación de los usos del suelo. Esto puede perturbar el equilibrio ecológico y disminuir la provisión de servicios ambientales provenientes de la naturaleza.

• Conflictos sociales y la eventual reubicación forzada de comunidades locales a causa de la intrusión en sus territorios, la violación de sus derechos humanos y la omisión de consultas previas. Este tipo de situación puede propiciar la aparición de tensiones, la pobreza y la marginalización social.

• La agotamiento de recursos naturales no renovables, además de la dependencia económica excesiva de un único sector productivo. Este fenómeno puede restringir el desarrollo diversificado y sostenible del país y elevar su vulnerabilidad ante las fluctuaciones del mercado internacional.

En vista de estas circunstancias, es imperativo que la minería se lleve a cabo considerando criterios de sustentabilidad en términos ambientales, sociales y económicos. Esto implica el respeto absoluto de los derechos humanos, las leyes ambientales y las normativas internacionales. De este modo, será posible aprovechar los beneficios inherentes a esta actividad sin poner en riesgo el bienestar tanto de las actuales como de las futuras generaciones.